Menú Cerrar

ENTONCES QUÉ HAGO ?

Durante el proceso de terapia, analizo con la persona que tengo delante cómo responde ante situaciones que le llevan a sentirse mal, una y otra vez… los sentimientos que va experimentando… vemos que hay un patrón que, generalmente, se repite ó que siempre hace lo mismo ante algo ó alguien y su malestar lo único que hace es aumentar. Quizás responde así porque piensa que es la mejor forma posible, pero el malestar le está enviando un mensaje claro: ÉSTA NO ES LA MANERA PARA TÍ.

Puede ser que para otra persona sí lo sea, pero está claro que para tí no lo es. Difícil situación, se puede pensar, porque lo es, pero lo que está claro es que el sufrimiento te envía ese mensaje para que hagas algo distinto. ENTONCES QUÉ HAGO ?

LA PREGUNTA DEL MILLÓN. Qué hago? Cómo lo digo? Por dónde tiro? Qué puedo cambiar?

Porque el quid de la cuestión, lo que está claro es que algo hay que cambiar, porque si sigues haciendo lo mismo, todo seguirá igual… y ya sabemos que eso no te lleva a ningún sitio, te deja en el mismo sitio, pero sintiéndote peor cada vez. Y así no se puede vivir, ó, al menos, no se puede vivir bien. Entonces?

Yo suelo comentar en la consulta a los pacientes que no saben muy bien qué hacer, que lo importante no es tanto qué hacer, como hacer algo diferente para salir del atolladero, y sólo así sucederán cosas distintas y no seguirá repitiendo el mismo ciclo.

Esto puede ser arriesgado? Sin duda lo es. Puede serme beneficioso? Por supuesto que sí.

La terapia va destinada en muchas ocasiones, a plantear posibilidades de manera conjunta, entre el paciente y yo, viendo qué se puede hacer distinto según circunstancias personales, personas con las que se interactúe, la personalidad de cada paciente, sus preferencias, etc, no todo sirve igual para todos los pacientes. Recuerdo que la terapia es completamente personalizada y, por supuesto, en este tema también debe de serlo. Por lo tanto, y si la autoestima se ha ido desarrollando adecuadamente a lo largo del proceso terapeútico, la persona se va viendo más capaz de arriesgarse, con el sostén de la terapia, para ver qué sucede si hace lo que vayamos hablando en consulta, sin forzar ni presionar con fechas concretas para la realización de estos “intentos de cambio”.

Lo más satisfactorio es comprobar en las sesiones siguientes y, muchas veces, en la siguiente consulta, que el paciente se ha atrevido a interactuar de otro modo, que ha sentido miedo, seguramente, pero menos de lo que él anticipaba, y se siente sorprendido y satisfecho, al mismo tiempo, de su comportamiento. Sin ninguna duda, para mí es también un momento de gran satisfacción, escucharle contar cómo se ha sentido con lo nuevo que ha hecho y que está dispuesto a continuar con lo que ha empezado. Un buen síntoma de que tan mal como pensaba no se ha sentido.

Y así se va cocinando el cambio, a fuego lento y paulatinamente.

 

Si te interesa conocer más sobre este u otros temas de psicología, te dejo mi página profesional de Facebook: Psicóloga Mónica González.

 

Crecimiento personal