La alianza terapéutica es esa relación especial que se establece entre el psicólogo y cada uno de sus pacientes, basada en la confianza, la aceptación incondicional del paciente, el respeto y la colaboración entre ambos. Se trata de un vínculo afectivo diferente del que tenemos con nuestros familiares ó amigos.
Es un elemento esencial en el proceso de terapia, que influye de manera decisiva en que dicho proceso vaya por buen camino. De hecho, muchos autores piensan que constituye el 50% del éxito terapéutico, porque contribuye de forma significativa a que se produzcan avances en la autonomía del paciente, a que el paciente se sienta seguro y confíe en sus posibilidades.
Esta alianza implica varios aspectos:
1. Una vinculación afectiva entre el paciente y su psicólogo.
2. Que ambos estén de acuerdo en qué objetivos son los que se quieren conseguir para lograr el bienestar del paciente.
3. Que ambos estén de acuerdo, también, en qué tareas podrían ser relevantes, aunque este punto se va viendo en el transcurso de las sesiones, no está predeterminado ni se fija al principio de la terapia.
El psicólogo mantiene una actitud de neutralidad, interés y aceptación incondicional de la problemática de cada uno de sus pacientes cuando éstos le confían sus miedos ó le comentan qué es lo que quieren mejorar ó desarrollar, qué quieren conseguir viniendo a consulta.
La alianza se va fraguando a partir de esas premisas y se fortalece en el tiempo, a medida que la relación de confianza se desarrolla. A medida que la persona siente que es aceptado y ayudado. Se basa en el deseo del paciente de colaborar en el proceso terapéutico y de aceptar la ayuda que se le ofrece.
Lo que es imprescindible es que este vínculo se produzca desde el principio del tratamiento psicológico, y la necesidad de que ambos se encuentren cómodos, sobre todo, el paciente, aunque el psicólogo también.
En definitiva, un vínculo afectivo imprescindible en todo proceso terapéutico.
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