Los episodios de violencia doméstica suelen ser cíclicos, porque una vez que se ha producido el primer episodio violento, lo más probable es que haya un segundo y un tercero y así, sucesivamente. Pueden variar en el tipo de maltrato que se produzca, es decir, puede ser un episodio de maltrato psicológico, físico ó sexual, y vamos a encontrarnos con 3 fases.
FASE 1 Ó DE ACUMULACIÓN DE TENSIÓN
Aquí se producen pequeñas agresiones físicas y verbales, cambios repentinos de humor… por parte del agresor.
La persona maltratada adopta una actitud de sumisión e incluso ignora esos gestos de violencia, minimizándolos. Al principio de esta fase, la víctima tiene algo de control, pero lo irá perdiendo de forma progresiva.
FASE 2 Ó DE AGRESIÓN
En esta segunda fase, la persona maltratada ya no tiene control sobre la situación de maltrato, lo ha perdido.
La tensión acumulada en la fase 1 llega a un límite y se produce la descarga de dicha tensión en forma de maltrato psíquico, físico ó sexual. Humillaciones, vejaciones, violaciones, gritos, amenazas ó golpes son algunas de esas manifestaciones de violencia que va a sufrir la persona maltratada.
FASE 3 Ó LUNA DE MIEL
En esta fase se va a producir la reconciliación de la pareja. El agresor intenta justificar sus actos, explicarse… y convencer al otro. El agresor se arrepiente y pide perdón a su pareja, incluso se comporta de forma cariñosa con ella. Piensa que la víctima “ha aprendido la lección”, que no volverá a comportarse como lo hizo anteriormente y, por tanto, él “no se verá obligado” a golpearle, gritarle ó subestimarle.
El problema es que la víctima le cree porque quiere creer que será así, porque le quiere, porque quiere confiar ó volver a confiar en su pareja, y piensa también que él será capaz de hacer lo que dice… Interpreta el episodio de violencia como una pérdida “temporal” de control.
Esta fase dura poco tiempo y de forma progresiva ó abrupta el ciclo comienza de nuevo con la acumulación de tensión (fase 1).
La cuestión esencial es que la víctima vuelve una y otra vez a confiar y a creer en lo que le dice su pareja, y el ciclo de violencia se repite una y otra y otra vez, destrozando la autoestima de la víctima y anulándola como persona. y esto se perpetúa en el tiempo durante muchos años.
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