Sí, es fundamental para mí poder tener una conversación con algún familiar de los pacientes que veo, siempre que esta persona me dé su “permiso”, para poder tener una visión distinta pero complementaria de él, distinta porque proviene de otra persona que no es el propio paciente, y complementaria porque me amplía la información que yo ya tengo, me aclara cuestiones que puedo tener en duda, me confirma las hipótesis que he ido realizando sobre el conflicto que le ha traído a verme, etc.
Su información es para mí enormemente valiosa : que alguien que convive con el paciente me diga cómo le ve, desde cuándo está así, cómo ha cambiado su rutina, su vida, sus relaciones…me ayuda mucho a ayudar a mi paciente. Además, ese familiar está deseando ayudar de alguna forma a mi paciente, con lo que podemos unir fuerzas contribuyendo, de forma conjunta, a esa mejoría que todos buscamos.
Yo le pregunto al paciente, cuando llevamos ya varias sesiones, si me permite hablar con su pareja, por ejemplo, y, en la mayoría de las ocasiones, me han dicho que sí, sin ningún problema, pero también he visto personas que no me han dado su permiso, y no he podido hablar con nadie de su entorno más cercano. Cada persona tiene esa libertad de elegir. No es obligatorio, pero sí favorece mi comprensión sobre la problemática de la persona que tengo en consulta.