Es un concepto imprescindible para vivir y desenvolverte mejor en cualquier ámbito de tu vida personal, laboral, interpersonal… Consiste en conocer tus emociones, manejarlas y aprovecharlas en tu beneficio, es algo que te hace sentir que tienes el control de tu vida, que eres tú el que lleva las riendas y no ellas… Pero también es esencial conocer las que sienten los demás, que también las tienen. Es no permitir que vivas de forma impulsiva, sin pensar en las consecuencias que tienen tus palabras en tí mismo y en los otros.
Os recomiendo el famoso y estupendo libro de Daniel Goleman “Inteligencia emocional”, que escribió a mediados de los 90, donde exponía de forma rotunda este concepto, nuevo en aquellos momentos. Hasta entonces, la inteligencia se basaba en el Cociente Intelectual, el CI, que era el resultado de una división entre la edad mental y la edad cronológica, a partir de la realización de una serie de tests de diversos tipos. No se tenía en cuenta a las emociones, únicamente se basaba en la ejecución en esos tests, sin más.
Un concepto que se quedaba cojo al no contemplar algo esencial en las personas: cómo nos sentimos en general: al realizar nuestro trabajo, en la interacción con nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo… en definitiva, cuáles son nuestros sentimientos en cualquier situación en la que nos encontremos. Ahí comenzó una revolución que les daba su sitio a los sentimientos, que los ponía en valor, ya que están siempre presentes y no podemos obviarlos.
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