El primer día de terapia, la primera sesión, genera mucho nerviosismo y preocupación por “lo que hay que contar”.
No hay nada obligatorio que haya que decir el primer día.
Si lo que sucede es que la persona no sabe por dónde empezar, yo suelo preguntarle por qué me llamó hace unos días, cual es el motivo de su consulta, ó en qué puedo ayudarle… más ó menos, esas son las preguntas que yo suelo utilizar para que el paciente comience a hablarme. De esta manera, se rompe la tensión del paciente y le animo a que empiece a contarme sus preocupaciones.
También suele suceder otra posibilidad y es que el paciente sepa exactamente qué es lo que le angustia y qué es lo que quiere contarme ese primer día, ó días, porque sabe en qué puede ayudarle la terapia. Sabe en qué quiere mejorar, las relación con la que no está a gusto ó el problema que tiene su hijo y quiere trabajar sobre ello.
Comentar también que no hay un “orden bueno” por el que empezar y después seguir; siempre hablo sobre la importancia de la flexibilidad en mi forma de hacer psicoterapia, de hecho, es el tercer pilar del que hablo el primer dia de terapia, y por ese mismo motivo, el día que el paciente y yo nos conocemos también está muy presente.